La comprensión lectora es la capacidad para entender lo que se lee, tanto en referencia al significado de las palabras que forman un texto como con respecto a la comprensión global del texto mismo. Estudios como el informe PISA o el PIRLS concluyen que en los últimos años los estudiantes europeos, especialmente los españoles, tienen serios problemas con la comprensión lectora: les resulta difícil sacar información de lo que leen, interpretarla y reflexionar sobre ella.
Esta capacidad, evidentemente, mejora con la práctica. No obstante, es importante que padres y profesores tengamos en cuenta que la comprensión lectora mejorará si la lectura se realiza con placer y no por obligación, ya que correríamos el riesgo de que nuestros hijos o alumnos terminaran odiando todo lo que tiene que ver con el hecho de leer.
Lo ideal es fomentar el hábito de la lectura desde pequeños, con cuentos o adivinanzas, y animarles a leer ellos solos progresivamente. Se deben evitar los momentos en los que los niños se encuentren cansados, hambrientos o realizando cualquier actividad lúdica, y escoger textos adecuados e interesantes, según su edad, sus gustos y capacidades, para intentar que la lectura no se convierta en un fastidio. Asimismo, el contenido ha de estar acorde con sus conocimientos, con un vocabulario adecuado y sin formas gramaticales o construcciones sintácticas que les resulten frustrantes. También ayuda tener a mano un diccionario para resolver las dudas y conocer el significado de aquellas palabras que no se entiendan.
Cualquier momento cotidiano es bueno para motivar a los niños, como leer carteles mientras se pasea por la calle o pedirles que nos cuenten qué han estado leyendo en clase ese día. Tampoco es obligatorio leer solo libros, ya que leer tebeos, revistas o artículos de periódicos acordes a su edad son otra muy buena opción. Y si no que me lo digan a mí, que me encanta leer… ¡diccionarios! 🙈