La oración simple se caracteriza por tener un solo predicado, cuyo núcleo es un verbo en forma personal. Tradicionalmente, el predicado se ha definido como lo que se dice o predica del sujeto. Solo el sintagma verbal (SV), compuesto por el núcleo verbal y sus complementos, puede desempeñar en la oración la función de predicado.
Las oraciones se clasifican atendiendo a estos dos criterios:
- Según el tipo de enunciado (por la naturaleza del predicado, según el verbo):
- Predicado nominal: formado mediante un verbo copulativo (ser, estar o parecer).
- Predicado verbal: formado por cualquier otro verbo que no sea copulativo.
- Según el tipo de enunciación (según la actitud adoptada por el hablante):
- Enunciativa (afirmativa o negativa): informa objetivamente de algo: El jarrón se ha roto.
- Exclamativa: el hablante se implica emocionalmente en el contenido de la oración y eso se hace notar a través de la entonación. En la escritura aparecen los signos de exclamación: ¡Qué mala suerte! ¡El jarrón se ha roto!
- Interrogativa: el hablante pregunta sobre todo el contenido (interrogativa total) o sobre una parte (interrogativa parcial): ¿El jarrón se ha roto?, ¿qué se ha roto? Las oraciones interrogativas que se subordinan a otra oración se denominan indirectas: Dime quién ha roto el jarrón.
- Imperativa o exhortativa: formula un mandato o un ruego: Dime si has roto el jarrón o no.
- Desiderativa u optativa: expresa deseo: ¡Ojalá no se haya roto el jarrón!
- Dubitativa: expresa duda o posibilidad: Tal vez se haya roto el jarrón.